Bastidas Micaela (1744 - 1781)

Los códigos de la Corona prohibían los amancebamientos, pero las poblaciones americanas hubiesen desaparecido, si los varones no lo hubiesen considerado como un fruto natural de la conquista, la mezcla de razas.
Las castas que habían ido forjándose constan de variedades al iniciarse en América, la trata de negros en gran escala.


Los americanos, y particularmente los argentinos tenemos por costumbre escuchar los relatos de inmigrantes europeos que llegaron a nuestras tierras, pero no prestamos atención  a los negros africanos  que arribaron a Las Indias como esclavos, arrancados de sus costumbres ancestrales y sin conocer el valor del dinero (en África solo se usaba el trueque).


 Muchos de ellos en pocos años progresaron, se adaptaron a la cultura del lugar, aprendieron la lengua y hasta llegaron  a conocer  el valor del dinero, el ahorro y la posesión.
También muchos  decidieron ser bautizados por la religión católica.


De esa mezcla de sangre, nació Micaela Bastidas, el 23 de junio de 1744, no en el Río de la Plata, sino en el poblado de Tambuco, Cuzco, de origen afroamericano, por ser descendiente de africanos por línea paterna, e indígena por línea materna.

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Su madre, Josefa Puyucahua, indígena, era conocida por muchos como Zamba, nombre que se daba en la época colonial a las personas producto del mestizaje entre africanos e indígenas.​
Micaela recibió en la infancia la educación elemental en letras y artes que era usual en esa época para las mujeres.


El 25 de mayo de 1760 se casó con el joven mestizo descendiente de la nobleza incaica José Gabriel Condorcanqui, en la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación, en el pueblo de Surimana, lugar del curacazgo de su marido.
Condorcanqui era descendiente directo por línea paterna del último inca Túpac Amaru I.


En 1764 fue nombrado cacique de los territorios que le correspondían por herencia: Pampamarca, Tungasuca y Surimana, y fijaron su residencia en Tinta, localidad perteneciente a Cuzco.
Su marido fue su maestro ideológico, ella se concienció rápidamente de la compleja situación de su gente y se involucró con la causa. Lo apoyaba firmemente, defendiendo y divulgando los postulados que harían resurgir la conciencia del derecho de los labriegos a liberar su tierra y su existencia de la mano opresora española.


Su ejemplo de coraje y determinación al defender sus ideales de justicia y libertad hasta su trágica y despiadada muerte en mano de los españoles, la convirtieron en leyenda y símbolo de la lucha americana contra la opresión y la explotación colonial.​


Tuvieron tres hijos varones, Hipólito (1761), Mariano (1762) y Fernando (1768).


En 1780, agotadas las vías de diálogo con los representantes de la corona española, José Gabriel Condorcanqui inicia un movimiento en contra de la dominación española. Es apoyado por curacas ligados a hacendados de Cuzco unidos en contra de la nueva aduana, criollos, indios y mestizos.


En ese momento adoptó el nombre de Túpac Amaru II, en honor de su antepasado el último Inca de Vilcabamba.


El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru II dio el primer grito de libertad y difundió una proclama independentista, dando comienzo a la rebelión de Túpac Amaru II.
El corregidor Antonio de Arriaga fue tomado prisionero y condenado a morir en el cadalso. Los rebeldes instalaron su cuartel general en Tungasuca.​


Desde ese momento, Micaela se convirtió en la principal consejera de Túpac Amaru, participando en el juicio sumario contra Arriaga y asumió múltiples roles en el movimiento.
Actuaba con dinamismo y persuasión, tal vez más concientizada incluso que su marido, ya que el papel de la mujer indígena era el más vilipendiado por los opresores.​
Los indígenas tenían prohibida la tenencia de armas de fuego, uno de los mayores problemas a los que se enfrentaron fue la obtención de armamento.


Micaela fue la encargada del aprovisionamiento de las tropas, lo que incluía conseguir y distribuir dinero, alimentos, vestimentas y armas, expidiendo también los salvoconductos para facilitar el movimiento de quienes viajaban a través de amplios territorios.


Estuvo a cargo de la retaguardia indígena, demostrando diligencia y capacidad, implementando medidas de seguridad y luchando contra el espionaje.


Implementó un eficiente sistema de comunicaciones, organizando un servicio de chasquis a caballo que llevaban rápidamente información de un punto a otro del territorio rebelde.​
Una verdadera legión de luchadoras andinas, quechuas y aymaras trabajaron junto a Micaela en el levantamiento, realizaron estrategias y dieron apoyo a las tropas.
Para ellas se trataba no solo de liberar a su pueblo de la explotación española, sino también de restablecer el rol de la mujer indígena con participación en la vida social y política, tradición que el sistema colonial intentó abolir convirtiéndolas en víctimas de todo tipo de abusos.


Estas mujeres participaban también en la batalla, junto a sus hijos y maridos. También lo hacía Micaela, quien con su carácter enérgico infundía aliento a Túpac Amaru desde el mismo campo de batalla.
Luego del triunfo de Sangarará fue constituida jefe interino de la rebelión.​


El 18 de noviembre de 1780 el ejército rebelde vencía a los españoles en la batalla de Sangarará.


Túpac Amaru expidió un mensaje a los pueblos del Perú, convocando a los criollos a unirse a la causa india: “Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles; criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen”.​


En marzo de 1781 el ejército de Túpac Amaru contaba con siete mil hombres y mujeres dispuestos a pelear hasta la muerte contra la corona española, quienes proclamaron a Túpac Amaru II como Emperador de América.


En testimonios de la época es Micaela quien aparece como principal estratega a través de tareas políticas, militares y administrativas y principal consejera del líder. Con su sólida convicción, claridad de pensamiento y alta intuición, se convirtió en el sexto sentido de la rebelión.​


Cuando ella aconsejaba realizar un ataque inmediato a Cuzco para lograr su rendición, su marido no la escuchó y en un grave error táctico se concentró en otras villas, al tiempo que fueron delatados por un traidor, el contingente de Túpac Amaru fue rodeado y emboscado, y junto a Micaela, sus hijos Hipólito de 18 años y Fernando de 10, y varios de sus familiares fueron apresados y llevados a Cuzco, donde permanecieron presos en el convento de la Compañía de Jesús convertido en cuartel militar.


Fueron sometidos a interrogatorios y tormentos para poder ubicar al resto de las tropas revolucionarias, les prometían disminuir la pena si delataban a sus amigos, pero no lograron conseguir de ellos ninguna información y el 14 de mayo fueron condenados a la pena capital.​


La sentencia ordenaba el “descuartizamiento en vida para el jefe principal, mutilaciones y pena de muerte para los otros reos, amén de otros castigos”.​


El 18 de mayo de 1781 fueron llevados a la Plaza de Armas del Cuzco para ser ejecutados uno a uno.


A su hijo Hipólito primero le cortaron la lengua por haber hablado en contra de los españoles, y luego fue ahorcado.


Micaela y José Gabriel fueron obligados a presenciar la muerte de su hijo, y luego la hicieron subir a ella al tablado.


A la vista de su esposo y de su hijo Fernando, Micaela luchó con sus verdugos, hasta que finalmente la sometieron y le cortaron la lengua, su cuello delgado no alcanzaba al torno para ahogarla, y le echaron lazos al cuello que tiraban de uno y otro lado para estrangularla, dándole garrote y terminaron de matarla a patadas en el estómago y los pechos.​


Luego llevaron al centro de la plaza a Túpac Amaru, quien también fue sometido a una espantosa muerte. Ambos fueron desmembrados y sus partes enviadas a diferentes pueblos de la región para ser exhibidos en las plazas públicas, alertando a sus habitantes sobre las consecuencias de rebelarse.​


Ellos constituyeron una inspiración para las guerras de independencia hispanoamericanas.

 

Bibliografía:
Lewin Boleslao: “La rebelión de Túpac-Amaru y los orígenes de la Independencia de Hispanoamérica”. Año 1960.
Jûrgens Golte. Repartos y rebeliones. P entre g. 151 - 147.
Paltrineri Amanda en “Quien quiera oír que oiga” Artículo de mayo del 2001.Revista Nueva.


Bastidas. Pasaje. Topografía:
 Corre de E. a O. entre y Honduras, a 46 m. al Sur de V. Sarsfield 7000.
Se le impuso  ese nombre por O.8805 del 26 de setiembre de 2011.
 Recuerda a Micaela Bastidas (1744-1781) precursora y heroína peruana de la independencia hispanoamericana. En su lucha trató no sólo de liberar a su pueblo de la explotación colonial, sino también de restablecer la tradición indígena.