Nació (Senglea, Malta, el 20 de febrero de 1772. fue un militar y corsario maltés que luchó al servicio de Holanda, España, convirtiéndose en el primer jefe de una fuerza naval argentina.
El apellido original de la familia es Azzopardi, y varios miembros de su familia son actualmente prósperos comerciantes y empresarios de la Isla de Malta.
Estudió de muy joven construcciones navales en el arsenal francés de Tolón, luego se desempeñó como corsario con patente de Holanda contra Inglaterra y con patente de España contra la misma nación.
Durante la guerra entre Holanda e Inglaterra sirvió en la goleta “The Hoop” y participó en la captura de la fragata inglesa Neptuno que arribó al puerto de Montevideo como presa el 21 de enero de 1804.
La misma tenía 256 esclavos a bordo y el Capitán de Presa era el francés Hipólito Mordeille.
Su arribo al Río de La Plata se produjo durante los primeros años del siglo XIX.
Invasiones Inglesas: Sirvió como Segundo Comandante de la Fragata Corsaria “Dromedario” de patente de Montevideo, cuyo capitán era el francés Hipólito Mordeille.
En dicha nave se transportaron a Buenos Aires parte de las fuerzas de reconquista durante la primera de las Invasiones Inglesas, en 1806. Junto con su capitán y el resto de la tripulación del Dromedario realizaron con otras fuerzas el asalto final a la fortaleza de Buenos Aires, donde estaba el último bastión del general invasor William Carr Beresford.
Durante la Segunda Invasión Inglesa, en 1807, transportó la artillería por el río Paraná desde Olivos a Buenos Aires, para su defensa. Por su valor y arrojo, el gobierno español lo premió con el grado de teniente coronel de las Milicias Urbanas.
Emancipación argentina:
Reitero: Arribó a Buenos Aires como artillero con los hombres que trajo Liniers para la Reconquista en el año 1806, y fueron tan destacados sus servicios en aquella emergencia, que el gobierno virreinal le otorgó el empleo de capitán urbano con fecha 17 de marzo de 1807.
El 17 de noviembre de 1807, Santiago de Liniers le firmó en Buenos Aires la patente de corso para la goleta La Mosca. El armador fue Anselmo Sáenz Valiente.
La patente venció en 1808, retirándose entonces Azopardo definitivamente de la actividad corsaria; el virrey Cisneros le retiró su cargo militar.
En 1810, como había tomado parte en los días memorables de Mayo el flamante Gobierno lo llamó para darle la jefatura de una escuadrilla compuesta de tres buques mercantes que era necesario artillar, más antes de completar tal propósito debió zarpar Paraná arriba para apoyar las fuerzas de Belgrano en su expedición al litoral.
En 1811, para sorprender a los buques realistas al mando de Romarate, navegaron hasta las costas de San Nicolás, donde fueron atacados y derrotados.
Según el historiador López, “sus tripulantes lo abandonaron y Azopardo quedó vencido y prisionero”.
“Cuando Azopardo se rindió con su “Invencible” - según Jaben en “Biografías argentinas y sudamericanas” – “De los 50 hombres que se encontraban a bordo, 23 estaban muertos y 18 heridos, según registrara el Diario del propio jefe de la escuadrilla. Trasladado a Montevideo, allí se levantó un sumario en el cual debió declarar el propio Azopardo y el 9 de abril era trasladado a bordo de la fragata “Efignia” la cual partía para España para que como reo de Estado, expiara su delito”.
Sin efectuarse ninguna investigación se lo mantuvo en cautiverio primero en el castillo de San Sebastián de Cádiz, después en San Fernando de la Cortadura y la tercera y última mazmorra sería el terrible presidio de Ceuta".
Arribó a Montevideo como corsario perseguido por los navíos ingleses del Atlántico, después de haber recuperado su libertad cuando la revolución liberal de Riego en 1820, abrió las puertas de las cárceles a los presos políticos en España.
Acota González Arrili: "En 1820 llegaba a Buenos Aires desde el infierno, un hombre de mirada profunda y rostro sereno, ausente por casi una década de la Argentina patria, adoptiva. Era Juan Bautista Azopardo quien había sido tomado prisionero en 1811".
Diez años son muchos en la vida de un hombre, sin embargo ese largo encierro no le hizo perder su fe en la libertad de los pueblos de América.
Regresó con un profundo rencor y fuerzas renovadas para luchar contra los hispánicos, reincorporándose de inmediato a las fuerzas nacionales.
Participó primero en algunas luchas contra el caudillaje, y más tarde, en la guerra contra el Imperio del Brasil como segundo jefe de la escuadra, cuyo comandante en jefe era Brown.
Un informe confuso y escrito tal vez en uno de los momentos de ofuscación propio del Almirante, juzgó en forma arbitraria a Azopardo obligándolo a retirarse del servicio activo.
Guerra del Brasil y últimos años de servicio
Reconocido con el grado de coronel, entre 1821 y 1826 dirigió la capitanía del puerto de Buenos Aires. Compró una modesta vivienda en los fondos de la Iglesia de San Nicolás de Bari, en las actuales Corrientes y Libertad, la que sería, a la postre, su última morada.
Tras el primer combate, en Punta Colares, Brown exigió al gobierno la separación de varios jefes militares, entre ellos Azopardo, que fueron sometidos a un consejo de guerra el 16 de agosto de 1826.
En diciembre, el tribunal libró a los cuatro capitanes de culpa, considerando que habían actuado apropiadamente, y que una vez empeñado el combate lo habían sostenido, como demostraban sus bajas y los daños sufridos. No obstante, Azopardo no se reincorporó a la escuadra y permaneció alejado de las luchas políticas.
El 3 de febrero de 1827 solicitó y obtuvo su retiro. No obstante, poco después se unió a la Guerra del Brasil, como comandante del bergantín General Belgrano y segundo del almirante Guillermo Brown. La escuadra argentina debió enfrentar a una armada brasileña cuantitativa y cualitativamente muy superior.
De ahí en más vivió simplemente ignorado y oscurecido en su pequeña casa a espaldas de la iglesia de San Nicolás ( hoy Corrientes y Cerrito).
Entretenía su madurez realizando refacciones de naves con alguna avería.
Al morir, el 23 octubre de 1848, el hecho pasó también prácticamente inadvertido por sus contemporáneos.
La posteridad más justiciera, le tributó honrosos homenajes.
En la urna con sus restos se puso una placa con la leyenda: "Desde aquí presiden el sueño eterno de los marinos, los restos venerados de Juan Bautista Azopardo, primer jefe de la escuadrilla patriótica y heroico comandante de la Invencible en aguas de San Nicolás”.
En el Archivo de la Nación existen documentos sobre la vida y la acción de este ilustre marino.
Falleció el 23 de octubre de 1848 en Buenos Aires. En el Archivo de la Nación existen documentos testimoniales sobre su a prolífera acción naviera Algunos han sido utilizados por primera vez por una bisnieta del marino, Mercedes G. Azopardo para escribir su biografía editada en Buenos Aires en 1961.
Bibliografía:
González Arrili: “Historia de la Argentina” Pág. 778 y sig.
Jaben: “Biografías argentinas y sudamericanas” Tomo I.
Azopardo. Cortada. Topografía:
Corre de E. a O. entre la calle Casilda y el pasaje Húsares, desde la calle Iguazú al pasaje Madrid, en jurisdicción del barrio Ludueña.
Se le dio ese nombre por D. 21794 del año 1958, en homenaje al coronel Juan Bautista Azopardo (1772- 1848),jefe de la primera fuerza naval argentina.
Con anterioridad era conocido por pasaje Casilda sur.