¡De los esfuerzos de este día depende la suerte de la América del Sur! arengó fervorosamente el Gral. Sucre en la mañana del 9 de diciembre de 1824 Y cuatro horas después la llanura de Ayacucho estaba sembrada de mil setecientos muertos y mil doscientos heridos, mientras catorce generales españoles rendían sus armas ante el Gran Mariscal Sucre, amigo fiel del General Simón Bolívar.
De aquellas cifras de terrible elocuencia, 1400 muertos y 700 heridos pertenecían a las fuerzas del moribundo ejército realista, habiéndose alcanzado la memorable victoria a pesar de que éste superara al patriota, en más de un tercio de los efectivos.
Las tropas patriotas tenían su línea derecha mandada por un brillante militar de 25 años. El legendario Guillermo Miller comandaba el centro, formado por escuadrones peruanos de Húsares de Colombia y el escuadrón de Granaderos a Caballo de la Argentina, mientras la izquierda, bajo el mando de La Mar se hallaba la Legión peruana y tres batallones, hombres que significaban un puñado comparados con los hispánicos.
El 21 de enero de 1825 llegaría la noticia Buenos Aires de la victoria de los campos de Ayacucho (Venezuela).
El gobierno del Gral. Las Heras (1824-1826) dispuso celebrar en Buenos Aires el acontecimiento con verdadera solemnidad, en homenaje al triunfo militar que ponía fin a la dominación española en América.
El pueblo se asoció al júbilo de los vencedores y la ciudad fue iluminada. Se paseó triunfante el retrato de Bolívar, hubo salvas de artillería, repique de campanas y un banquete, celebrado por el gobierno en la Fortaleza.
Como coincidencia histórica, en esos primeros días del mes de diciembre de 1824 se hallaban en Buenos Aires, la mayoría de los representantes de las provincias convocados para el Congreso General Constituyente, dispuestos a sancionar una nueva Constitución, porque la de 1819, había sido rechazada por las provincias del interior, dado su carácter unitario.
Ese Congreso Gral. Constituyente de 1824 establecería que las provincias del Alto Perú quedaban en plena libertad para decidir su destino.
En 1825, el Gral. Las Heras, que continuaba ejerciendo la gobernación de Buenos Aires, designó tres hombres notables, cuya figura principal era el Gral. Carlos María de Alvear con el objetivo de felicitar a Sucre y a Bolívar por su titánica hazaña de Ayacucho.
Nos dice Armando Alonso Piñeiro: "Con todo, Ayacucho no fue la última batalla en América, como erróneamente repiten divulgadores y autores de manuales. Las fuerzas todavía intactas de Olañeta dieron bastante que hacer a los ejércitos americanos. Se produjeron otros encuentros armados, hasta que en la batalla de Tumusla, en abril de 1825 Olañeta perdió la vida.
Aún quedarían episodios dispersos, como la capitulación del general Quintanilla el 19 d enero de 1826 en Chiloé, y la resistencia opuesta por el general Rodil en la fortaleza del Callao hasta el 19 de febrero del mismo año. En 1826, pues, y no en 1824, la suerte del continente quedó definitivamente sellada".
Bibliografía:
Piñeiro Armando Alonso: Cronología Histórica Argentina. Cap. "9 de diciembre 1824: Una victoria memorable". "Ayacucho, la batalla de los generales". Edit.Depalma ". Buenos Aires. 1981.
Aramburu, Julio: “Historia Argentina” 7ª edición Buenos Aires, 1949.
Ayacucho. Calle. Topografía:
Corre de N. a S. entre las calles Colón y Alem, desde la calle Rioja al puente Molino Blanco.
Se le impuso ese nombre por Ord. 3 de 1905, en recuerdo de la batalla de Ayacucho en 1824, fue la última que se libró por la independencia americana.
Lleva ese nombre desde su apertura, a mediados del siglo XIX.
En su último tramo, a partir de la calle Ayolas, donde se produce un desplazamiento de su eje, sigue el trazado el antiguo camino a Buenos Aires.
Por ord. 178 de 1939 se dio el nombre de Dr. Artemio Zeno, (al tramo comprendido entre Av. Uriburu y Molino Blanco) En 1961, por Decr. 1578 se le restituyó el nombre anterior.
Bella Vista Nombre aplicado a la calle Ayacucho, al finalizar 1870, con motivo de la apertura de la calle y venta en lotes de la finca del Gral. Santa Cruz. Esta Propiedad se entraba situada en cercanías de las barrancas del Paraná, desde las actuales calles Alem a la de Chacabuco.
El primer nombre de la calle fue el de Ayacucho, y así aparece en el plano de 1858, editado por Nicolás Grondona. Bella Vista se denominaba la residencia del Gral. Santa Cruz, que ocupaba la superficie de la actual plazoleta Santa Cruz.