ASCOTT

“El mito de Gardel creció sin medida, hasta sobrepasar a Gardel mismo. Al incluir los misterios sobre su nacimiento y muerte,  la mitología gardeliana desborda  los valores artísticos y se apodera de lo personal. El primer y último instante de su vida están cargados de dudas e imprecisiones.


Dice Gerardo Bras: “Los gardelianos ortodoxos siguen creyendo en su nacimiento en Tolouse; los uruguayos amantes del tango no dudan que es oriental... Para los argentinos es un ídolo, cualquiera sea el lugar de su nacimiento.


Agrega: “Da la impresión de una existencia transparente, la de un muchacho arribado a estas playas siendo una criatura, que desde su origen humilde, alcanzara la gloria y la inmortalidad gracias a la magia de su canto y el magnetismo de su figura”.


 En efecto nuestro Zorzal Criollo fue uno de los escasos artistas, por no decir el único, que vi venció en las dos primeras décadas del siglo XX, viajes, presentaciones en escenarios europeos y americanos; recogiendo aplausos, ovaciones, devoción, delirio  y una popularidad inusitada para la época.


Aparte del encanto de su voz poseyó   una personalidad arrollan te sumada al don de gente, sonrisa a flor de labios, que le granjearon amigos incondicionales.
Su fama y  su gloria perduran a través de los tiempos.


Bien podríamos decir que  Carlos Gardel vivió y amó la vida con intensidad, y así lo amaría el pueblo argentino.


El 13 de diciembre de 1931, en el hipódromo de Palermo, el jockey Irineo Leguizamo realizó  una proeza sin igual: ganando  en una sola reunión siete carreras y en la restante llegó segundo, tiempo que Gardel estaba realizando una serie de presentaciones por Europa. Sin imaginárselo recibiría el cantor un telegrama en el que el gran jinete le dedicaba su hazaña.


Muchos rosarinos ignoran la vinculación de Gardel con Rosario, por dos razones: como  cantante  cuando en sus comienzos  artísticos, allá por 1914 actuó por primera vez en el Colón; y 19 años después, el 22, 23 y 24 de abril de 1933 en el  Varieté Café Bar de la Bolsa  que después se  llamaría  Brodway  - donde hoy está emplazado el prestigioso  teatro homónimo.-


Por su pasión por los caballos algunas veces vino a Fisherton, al Haras  Ascott.


Al respecto nos ilustra el arquitecto Bonacci: “Pero existe un sitio de especial nostalgia, que involucra  a uno de los mayores mitos nacionales. William Christi plantó una de las residencias más impactantes en bulevar Argentino entre Tarragona y González del Solar, vereda norte, siendo además el dueño del Haras Ascott, donde trabajaba  Alberto Sezyland, nieto de ingleses y habitante del barrio. Él era el encargado de cuidar a “Lunático”, el caballo de Carlos Gardel”.


Los encargados de su mantenimiento además Alberto Sezyland eran algunos vecinos cuyos nombres aún perduran en la memoria: Tomás Drake, y Manuel Thomas, quien por aquél entonces tenía unos seis años y cuenta que Gardel supo tenerlo en sus brazos- según informa La Capital del 4 de agosto de 1996.


Del Haras Ascott  -  aclara el Sr. Barduna en la edición mencionada de La Capital -  aún persiste y queda como último testigo un añoso eucaliptus donde se reunía  el cantor con los peones a la sombra de ese  árbol de calle Tarragona.

Enunciado sobre la entrevista que mantuviera en 1985, con Sesyland, el principal cuidador del caballo de Gardel.

Bonacci declara  sobre su entrevista con Sezyland en casa del escultor Reynaldo Baduna, autor del monumento a Gardel, hoy ubicado en Córdoba y Vera Mujica, que trazó una cálida semblanza de aquellos tiempos.


“Yo atendía a Lunático que era traído a Rosario para ser cruzado con yeguas pensionistas del Haras. Debía vigilar su alimento junto a otros pingos, higienizarlo, pasearlo diariamente y demás tareas del ambiente. Gardel llegaba cada tanto y nunca lo hacía sólo. Fisherton estaba totalmente separado de la ciudad por extensión de verdadero campo. Una nube de polvo a lo lejos anunciaba una comitiva de tres o cuatro autos que lo acompañaban.


Carlitos visitaba el Haras y era recibido en el chalet de Christie para almorzar o tomar una copa.


Era un hombre muy simpático y nunca transcurría la tranquera sin detenerse a charlar con la peonada en el monumento al descanso. A la sombra de un gran eucaliptus lo rodeamos muchas veces. Guardo como un tesoro, un peine con el que peinaba a Lunático”
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(...)Me puse muy triste cuando murió Gardel. Luego el Haras cerró  y yo, en silencio, me quedé con el peine, sabiendo que no hacía nada malo, ya que valía poca plata”.

 

Bibliografía:

Bonacci José Mario: “Rosario desconocida. Memorias de Lunático y Gardel”. Artículo del diario La Capital en su edición del 25 de enero de 2004.

Zinni Héctor Nicolás: Barrios de tango.”Hablemos de Gardel”.Rosario,1997.

 

Ascott. Pasaje. Topografía:

Corre de S. a N. entre las calles Colombres y Sánchez de Loria desde la calle French a la de J.J. Paso. Barrio Fisherton.

Lleva ese nombre desde su apertura.

Carece de designación oficial y recuerda al lugar rosarino donde se cuidaba el caballo de Gardel. Ese nombre es coincidente con el famoso hipódromo situado en el pueblo de Ascot, cerca de Windsor, Inglaterra.