ARTIGAS JOSÉ GERVASIO de (1764 - 1850)

Mucho se ha escrito sobre Artigas y el artiguismo en ambas orillas del Plata.
Los extremos podrían ser: En contra los escritos del historiador Vicente Fidel López. A favor, la epopeya de Zorrilla de San Martín, Carlos María Ramírez, Eduardo Acevedo - Las causas de las diferencias surgidas entre los hombres de Argentina y los de la Banda Oriental " se encuentran en la misma estructura telúrica de ambas regiones.


José Gervasio Artigas nació el 19 de junio de 1764 en Montevideo, que en ese entonces formaba parte del Virreinato del Perú, dependiente del el Imperio español.


Era hijo del militar Martín José Artigas Carrasco y de su esposa Francisca Antonia Pasqual, siendo José el tercer vástago, según la partida que luce al folio 209 del libro Primero de bautismos de la catedral de Montevideo.


Formaba parte de una de las familias más acaudaladas de Montevideo: su padre era propietario de campos y fue el primer capitán de milicias, desempeñando el cargo de oficial real.


Artigas pasó estos primeros años en la ciudad y en la chacra de su padre, ubicada junto al arroyo Carrasco.


Recibió en su niñez la mejor educación que en la época se podía dar en su ciudad, la cual consistía en la enseñanza primaria, impartida por los padres franciscanos del convento de San Bernardino.


Según consignó en sus memorias el general Nicolás de Vedia, José Artigas prefirió dedicarse a las tareas rurales.


A los doce años se trasladó al campo, en tierras pertenecientes a su familia, observando a los habitantes del lugar -entre ellos, los gauchos  y junto a ellos se hizo ágil en el manejo de las armas y del caballo.


En sus Apuntes biográficos sobre don José Artigas, el citado general Vedia, expresa:
Don José Artigas era un muchacho travieso e inquieto y propuesto a sólo usar de su voluntad; sus padres tenían establecimientos de campaña y de uno de estos desapareció a la edad como de 14 años y ya no paraba en sus estancias, sino una que otra vez, ocultándose a la vista de sus padres.


 Correr alegremente los campos, changuear y comprar en éstos ganados mayores y caballadas, para irlos a vender a la frontera del Brasil portugués, algunas veces contrabandear cueros secos, y siempre haciendo la primera figura entre los muchos compañeros, eran sus entretenimientos habituales.


A los treinta y tres años, en 1797, amparándose en una amnistía para quienes no tuvieran delitos de sangre, José Artigas ingresó como soldado raso al recién creado cuerpo de Blandengues de Montevideo, una milicia especialmente autorizada por el rey de España en el virreinato del Río de la Plata, que tenía como fin de proteger las fronteras.


 En esta función, Artigas participó del control de los avances portugueses en la frontera con el Brasil y en la lucha contra el contrabando y el pillaje.
Poco antes de finalizar el siglo XVIII, Artigas se encontró, en aquella frontera, con un afro-montevideano que había sido capturado por los portugueses y reducido a la esclavitud. Decidió entonces comprarlo para darle la libertad.


Desde entonces Joaquín Lenzina, más conocido como “el Negro Ansina”, acompañó a Artigas durante el resto de su vida, convirtiéndose en su mejor amigo, su camarada de armas y su cronista.​


A Ansina corresponden estos versos sobre los años en el cuerpo de Blandengues:

Aunque en Maldonado está
el cuartel general,
el blandengue siempre va
por toda la tierra Oriental.
Artigas enseña
a no encender el fogón
que deje seña
de su posición...
Sigue, de noche y de día,
las huellas criminales
buscando con porfía
a hombres y animales.

En 1800 José Artigas cumplió destacada labor en la fundación de la ciudad de Batovi en las Misiones Orientales, actual estado brasileño de Río Grande del Sur.


En 1806, ante la primera de las Invasiones Inglesas y la ocupación de Buenos Aires por el ejército británico, colaboró con Juan Martín de Pueyrredón y organizó por sí mismo una fuerza de 300 soldados que no llegaron a entrar en combate.


El conocimiento adquirido hizo que desempeñara la tarea con éxito, siendo ascendido primero a capitán de milicias, posición alcanzada antes por su padre y por su abuelo, y luego ayudante mayor.


A poco de fallecer Isabel Sánchez, José Artigas solicitó licencia en su campamento de Tacuarembó Chico para contraer matrimonio, arreglado a la usanza de la época, con su prima Rosalía Rafaela Villagrán. La boda se realizó el 31 de diciembre de 1805.


 Al tener los novios un parentesco relativamente próximo, el cura les encomienda mantenerse en la oración, persignarse, etc. (arrodillados) por tres semanas.


El matrimonio tuvo tres hijos, un varón, José María (nacido el 24 de septiembre de 1806) y dos mujeres, Francisca Eulalia (nacida el 13 de noviembre de 1807 —fallecida de pocos meses en 1808—) y Petrona Josefa.


Su esposa con desequilibrio emocional  fue cuidada por una tía de Artigas,Rafaela Rosalía Villagrán, más murió finalmente en Montevideo en 1824.​


De 1810 a 1820: la etapa revolucionaria:
En 1808 Napoleón aprovechó las disputas por el trono entre el rey Carlos IV de España y su hijo, el futuro Fernando VII, para intervenir en el Imperio español e imponer las abdicaciones de Bayona, por las cuales ambos renunciaron sucesivamente al trono de España en favor de José Bonaparte, luego de lo cual Fernando quedó cautivo.


Artigas  por  afición a las armas hizo que en1806, ante la primera de las Invasiones Inglesas y la ocupación de Buenos Aires por el ejército británico, colaboró con Juan Martín de Pueyrredón  organizando por sí mismo una fuerza de 300 soldados que no llegaron a entrar en combate.


Al estallar en Buenos Aires la revolución de Mayo de 1810, Artigas que contaba con 47 años, se adhirió a la Junta, abandonando las filas españolas, en donde había alcanzado el grado de capitán.


El flamante gobierno de Buenos Aires aceptó su ofrecimiento, y le proporcionó armas autorizándole a tomar el mando de todas las fuerzas que pudiese reunir en la Banda Oriental.


El 11 de abril emitió la Proclama de Mercedes y asumió el mando de la revolución en la Banda Oriental y el 18 de mayo(1811) derrotó a los españoles en la batalla de Las Piedras. Luego inició el sitio de Montevideo y fue aclamado “Primer Jefe de los Orientales”.


Más poco demoró en chocar con el centralismo porteño, debido a su acentuado "regionalismo" mirando con recelo a los hombres que detentaban el poder en la Primera Junta.


Las primeras disidencias surgirían cuando Sarratea fue nombrado general del ejército sitiador de Montevideo entonces el “Gervasio” ejecutaría el éxodo de 16.000 hombres, mujeres y niños a la provincia de Entre Ríos, que le era adicto donde pasó 14 meses.


 Repito: Para no verse obligado a aceptar la tutela española abandonó, con 1.500 familias (alrededor de 16 000 personas), la Banda Oriental, actual Uruguay, territorio en el que se había hecho fuerte y del que era máximo dirigente. Artigas y sus seguidores se establecieron en el Ayuí, localidad desde la cual intentó organizar políticamente las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, y tras conseguir su control, su objetivo era luchar contra los dirigentes centralistas de Buenos Aires.


Se denomina Éxodo Oriental o Éxodo del Pueblo Oriental a la emigración colectiva de habitantes de la Banda Oriental que siguieron a José Gervasio Artigas hasta el Salto Chico del río Uruguay, —en donde hoy se halla la ciudad argentina de Concordia— después del levantamiento del Sitio de Montevideo a causa del armisticio de octubre de 1811 entre el virrey Elío y el Triunvirato de Buenos Aires. La caravana recorrió 522 km en 64 días.


Los protagonistas denominaron "la redota" a la marcha, palabra que era de uso vulgar en el español rioplatense de la época y que se originó por deformación del vocablo "derrota".


 El término "éxodo" se difundió a partir de su utilización por el historiador Clemente L. Fregeiro en 1883, mientras que otros historiadores lo refieren como "la emigración", por ser la forma que empleó Artigas.


Se lo considera como uno de los hechos centrales y primogénitos entre  los levantamientos rebeldes en la Banda Oriental, el gobernador español de Montevideo, Francisco Javier de Elío, decidió declararle la guerra a la Junta de Buenos Aires el 18 de febrero de 1811.
Luego de esto Pedro Viera y Venancio Benavídez se sublevaron contra los españoles y a orillas del arroyo Asencio —en el actual departamento de Soriano— se proclamaron a favor del gobierno revolucionario de Buenos Aires, tratando de extender el territorio bajo control revolucionario hacia la Banda Oriental.


Al retirarse los portugueses, el gobierno de Buenos Aires resolvió reanudar el sitio de Montevideo para lo cual mandó a Rondeau con quien Artigas se unió en enero de 1813, mas las disidencias se ahondaron cuando fueron rechazados los diputados orientales a la Asamblea del XIII, que para algunos no eran tales, porque sólo habían sido designados por Artigas llevando la perentoria orden de crear una Constitución para las Provincias Unidas.


En agosto de 1816 los lusitanos otra vez invadieron la Banda Oriental con 12000 hombres y Artigas no se desalentaría saliendo con fuerzas menores al encuentro de los invasores que lo aplastaron en el Arapey en el Paso del Catalán (enero de 1817).


“Siempre debió librar una desigual guerra contra los portugueses, soportar la indiferencia o la hostilidad del Directorio y aún reprimir la inconstancia de algunos de sus lugartenientes, que le planteaban la necesidad de someterse al poder de Buenos Aires para resistir en mejores condiciones. Ni siquiera podía contar con su subalterno, Francisco Ramírez, empeñado como estaba en defender su propia provincia de las expediciones porteñas, ni con los santafecinos, que debían hacer lo propio”- clarifica Félix Luna.

Nada le restó ya por hacer, a los 56 años, abandonado por Oribe y otros partidarios, acosado y vencido por el ambicioso Ramírez, su antiguo discípulo y segundo jefe, más su fracaso final en Tacuarembó otra vez en 1828 ante los lusitanos, se exilió en el Paraguay. 
El caudillo de ese país lo confinó en Caraguatá a 80 leguas de Asunción, sufriendo degradación, soledad y castigo durante más de 25 años.


El Protector de los Pueblos Libres de vejez se fue muriendo dulcemente hasta que el Negro Ansina, su servidor, lo encontró muerto el 23 de septiembre de 1850 (el mismo año en que falleciera el Gral. San Martín, en Francia).
Contaba con 87 años.

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Bibliografía:
Fernández Arlaud S: “Historia institucional y americana desde 1810” Edit. Stella Buenos Aires, 1984.
Aramburu, Julio: “Historia Argentina” El Ateneo, Bs. As.  1949.
Luna Félix: “Los caudillos” Edit. Planeta.1994.Pág. 31 y sig.

Artigas. Calle. Topografía:
Corre de E. a O. entre las calles Berón de Estrada y Nansen, desde la calle Hernández al Bv. Rondeau, en barrio Sarmiento.
Se le impuso ese nombre por D. 21794 del año 1952.
Recuerda al General don José de Artigas (1764 – 1850) fundador de la Independencia del Uruguay.
Con el mismo nombre fue conocido desde la apertura de la calle, años antes.

En todas partes, los árboles que tienen alguna relación histórica tienen motivo de veneración, cuidándolos con el valor con  que se guarda los recuerdos más sublimes.


Es obligación pues, mantener el recuerdo de su posteridad legendaria, conservarlo y legarlo a la posteridad como la encarnación viviente de un pasado de gloria.

Ibirapitá de Artigas
El ibirapitá de Artigas es un árbol es un retoño directo del árbol que según relatos históricos, fuera testigo de los últimos años del prócer uruguayo don José G. Artigas en Paraguay.


Del árbol que se encuentra en Paraguay se trajeron tres retoños por iniciativa del doctor Baltasar Brum el 14 de agosto de 1915.


Plantado primeramente en la plaza José Batlle y Ordoñez, donde se encendían hogueras por la noche para brindarle al árbol el calor necesario para sobrevivir por tratarse de una especie tropical, fue reubicado enfrente a la estación del ferrocarril -actual terminal de ómnibus de Artigas- lugar donde floreció por primera vez en la primavera de 1942. ​


En nuestra Patria hay múltiples ejemplares repartidos en las distintas provincias, de ibirapitá de Artigas.

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