ARRIBEÑOS

Es perfectamente válido que los hombres y naciones defiendan con ganas su soberanía e identidad al ser agredidos.


Para comprenderlo hay que buscar en la historia universal, fuente fidedigna de los actos humanos.


Así lo entendieron los pobladores de Buenos Aires en 1806, cuando el   ataque inglés fue tan sorpresivo que no había nada preparado y todo tuvo que organizarse de apuro. Todos se unieron para luchar contra el invasor, hasta diezmarlo un año después.


La historia fue así: Cuando en 1804 se declaró una nueva guerra entre España  y Gran Bretaña, el gobierno español ordenó a los virreyes americanos se prepararan para resistir posibles ataques ingleses.


Pero el Marqués de Sobremonte sólo pudo adoptar medidas de corta envergadura, debido a que contaba  con grandes limitaciones: carencia de tropas en Buenos Aires, poco armamento y un gran temor a entregarlo a las milicias porteñas contaminadas –según su parecer – por ideas independistas.


Además de los regimientos fijos o de línea debían existir milicias urbanas voluntarias, compuestas por hombres  desde 16 a 45 años, para integrar un batallón de Voluntarios de Infantería, un regimiento de Voluntarios de Caballería, una compañía de Granaderos de Pardos Libres y otra de Morenos Libres, una compañía de Milicias de Artillería y un regimiento de Urbanos de Comercio. En teoría, entre los cuerpos de línea y milicias debían reunirse 6.000 hombres y sólo hubo 1.000 en la primera embestida inglesa.


Las fuerzas defensivas de Buenos Aires eran una verdadera ficción: la disciplina era nula en las filas, contaban con pocos soldados y abundante oficialidad (que había heredado su rango, sin poseer mérito alguno ni conocimiento militar), careciendo de dinero para incorporar nuevos reclutas o comprar pertrechos o uniformes.


Con Liniers – auténtico héroe de la Reconquista – se acrecentaría notablemente la insinuada primacía de las fuerzas criollas, frente a la debilidad de las fuerzas españolas, aunque ello no significó igualdad entre la elite urbana y las clases populares - donde el último peldaño estaba constituido  por los negros, sino que la creciente y necesaria militarización creó una nueva igualdad dentro de la elite misma.


Un indicio de esta cuestión, sería el hecho de que toda la oficialidad debía ser blanca, incluso en el Cuerpo de castas.


Ello se concretaría el 6 de setiembre de 1806, cuando Liniers invitó a los porteños a alistarse en los nuevos cuerpos militares, diferenciados según sus razas y procedencias: Patricios (criollos blancos nacidos en Buenos Aires); Arribeños (criollos blancos  de las provincias interiores); Patriotas de la Unión (criollos y españoles); Castas (negros, pardos e indios); catalanes, gallegos, etc.

Además se adoptó un sistema electivo para el nombramiento de los jefes, convirtiendo a esa organización en una democracia militar, al decir de Mitre.

El batallón de Arribeños fue organizado por la Junta de Guerra  presidida por Liniers y fue integrado por jóvenes voluntarios de todas clases sociales de las provincias del interior,  encargándose  de su formación Juan Pío Gana; finalmente quedaron establecidas nueve compañías (una de granaderos y ocho de fusileros) con una fuerza media de sesenta hombres cada una.


Puestos bajo el mando de Francisco Ortiz de Ocampo, Juan Bautista Bustos, Francisco de Luna y Pedro Lobo, invistieron de su peculio a las respectivas compañías.
El nombre propio que aparece en los primeros documentos es el de “Batallón de voluntarios urbanos de los individuos de las provincias del interior”. . Llevaban uniforme azul y blanco con peto punzó y plumacho negro y rojo en el alto sombrero.


El virrey Cisneros en 1809 lo llamó   Batallón Urbano N°.3 y en 1810 este grupo militar Arribeños, junto a  Patricios serían el factor decisivo en la conquista del poder.

 

Bibliografía:

Santillán, Diego Abad de: “Gran Enciclopedia Argentina”. Tomo I Pág. 267.

Gutiérrez,  Ricardo en el art. “Un desfile histórico que renovará el eco de los clarines de 1807” en la Revista “Caras y Caretas” del 14 de octubre de 1933.

 

Arribeños. Pasaje. Topografía:

Corre de E. a O. desde el 1100 al 1299 a la altura de Spegazzini 4200.

Se le impuso ese nombre por D.  4668 del año 1977.

Recuerda al Regimiento de Infantería formado por contingentes  de las provincias para rechazar las invasiones inglesas de 1806 y 1807.