Su verdadero nombre y apellido eran Johan Ahrengren o Arngren, pero fueron castellanizados como Juan Arengreen.
Nació en Örebro, Suecia, el 22 de noviembre de 1791, donde recibió en su país una esmerada educación militar, la cual le serviría a futuro para alcanzar un alto rango militar.
Participó en las guerras napoleónicas desde 1811, en el ejército del emperador Napoleón Bonaparte e hizo campañas por Alemania y Noruega, y fue dado de baja en 1814.
Posiblemente prestó servicios en la guerra entre Estados Unidos e Inglaterra, en 1815.
Así como Moisés, cuando al frente de su pueblo desplegó una deslumbrante mirada ante el grandioso espectáculo de la “tierra prometida”, así debe haber experimentado esa misma sensación cuando Arengreen, en soledad, en 1819 arribó a Chile, después de recorrer el mundo buscando donde emplearse como militar, siendo enseguida incorporado como Capitán de artillería en el Ejército de los Andes, participando después en la campaña al Perú.
Tras la entrada en Lima, asistió al sitio del Callao.
Pronto regresó a Chile participando en la campaña a Chiloé de 1826.
Ese mismo año se dirigió a Buenos Aires, donde se enroló en el ejército que iba a hacer la campaña del Brasil, como oficial del cuerpo de artillería al mando de Iriarte.
Combatió en las batallas de Ituzaingó y Camacuá.
A órdenes del general José María Paz participó en la invasión a Córdoba en 1829, siendo jefe de la artillería unitaria en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo.
En gran medida, la derrota de Facundo Quiroga en La Tablada se debió a la artillería al mando de Arengreen. Así, logró ser ascendido al grado de Teniente coronel.
Tras la caída de Paz en manos federales, retrocedió a Tucumán a órdenes de Lamadrid, que lo ascendió a coronel.
Fue el jefe de la artillería en la batalla de La Ciudadela, batalla en que se encontró con la sorpresa de que los jinetes riojanos (entre ellos el famoso Chacho Peñaloza) enfrentaba a caballo los fuegos de la artillería y les quitaban los cañones con sus lazos.
Las tropas del caudillo riojano apoyado por los gobernadores Ibarra y Reynafé, lograron derrotar a las fuerzas unitarias, donde los tiros de la fusilería y la embestida de las lanzas lograron un dramático desbande de los unitarios quedando el campo cubierto de cadáveres y una infinidad de prisioneros.
Pese a que el jefe de la artillería de diez cañones, trató de proteger sus cañones con guardias de infantería, uno de esos jinetes fue quien hirió de muerte al coronel Arengreen, con un tiro de pistola que le atravesó el cuello.
Contaba con tan solo 40 años.
La batalla de La Ciudadela fue una victoria federal y significó el fin de la Liga del Interior.
Bibliografía:
Paz, José María: “Memorias póstumas.” Campo de Mayo, 1951.
Cortés, José Domingo. Diccionario biográfico americano. París, Tipografía Lahure, 1876.
Cutolo Vicente Osvaldo. Novisimo diccionario biográfico argentino, Buenos Aires 1968.
Arengreen. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. desde el 5700 al 6100, desde Arijón 2700 a Tambo Nuevo.
Se le impuso ese nombre por N° 24565 de 1960.
Con anterioridad se denominó Catalina o Santa Catalina.
Recuerda a Juan Arengreen (1791–1831), bravo militar sueco, que actuara en nuestros ejércitos.
Calle Arengreen dentro de la geografía de Rosario
Dato curioso:
Varias calles en distintas ciudades argentinas recuerdan a este militar extranjero, entre las cuales se destaca el barrio de Caballito en Buenos Aires, la localidad de Ituzaingó y en nuestra ciudad de Rosario.