Al expulsar el rey de España a los jesuitas de la metrópoli y de sus colonias en 1767,las autoridades administrativas de Santa Fe fraccionaron la enorme superficie de la abandonada Estancia de San Miguel del Carcarañá y en 1774 se dispuso su venta en subasta. Entre los compradores estaban los Araya, Aldao, Andino y Roldán.
Un siglo después, en 1864, el 6 de abril, nacía en la estancia de Ramón Araya, en San Lorenzo, su hijo del mismo nombre.
Al estallar el cólera en Buenos Aires, su madre huyó con el niño a Inriville, Córdoba, donde falleció en 1866 y once años después moría su padre.
"Estos acontecimientos influyeron poderosamente en la formación de su carácter. Paralelamente con su soledad aumentó la independencia de su pensamiento y la firmeza de su voluntad." - nos explicita Tiberio Gombos.
Ramón Araya siguió la carrera de Ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires, graduándose en 1891.
Obtenido el título de ingeniero civil, desarrolló una fecunda labor innovadora en el ejercicio de su profesión.
Fue el principal mentor de la unión de sus colegas en una institución que dignificara el trabajo de los profesionales frente a la sociedad, fundando el Centro de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores Titulares de Rosario, el 26 de julio de 1918.
Como presidente del Centro, inició las gestiones para que se reglamentara el ejercicio de la profesión, jerarquizando los títulos otorgados por los institutos superiores y definiendo el alcance de los mismos. Así, entregó al gobernador Lehmann el proyecto de ley de 1921, más recién pudo concretarse en mayo de 1930, dos años después de su muerte, Ley 2429 conocida como Ley Araya .
En 1894 aceptó el cargo de director de Obras Públicas en la Municipalidad de Rosario, donde desarrolló una múltiple actividad durante más de 38 años, que se tradujo en obras que dieron mejor calidad de vida y embellecimiento a la ciudad.
Durante su gestión hizo levantar los rieles del Ferrocarril Oeste Santafesino que corrían por el centro del Bulevar Santafesino, hoy Oroño.
Su obra más importante “Pavimentos y municipios” no sólo describe cuestiones técnicas a lo largo de sus 400 páginas, sino que realiza una defensa de los frentistas, avasallados por el autoritarismo de la Municipalidad, quienes debían abonar obligatoriamente el cambio frecuente de los tipos de pavimentos, de adoquinado de piedra a tarugos de algarrobo y de éstos a bloques de asfalto. Si los frentistas no podían hacerse cargo de los costos, se les confiscaba la propiedad por un remate público.
Realizó una ardua tarea para conservar la nivelación de las vías públicas en buen estado, haciendo entre eso, empedrar la calle Catamarca entre las calles Progreso (hoy Mitre) y Entre Ríos.
De tal magnitud fue su preocupación por el municipio, que lo delimitó con mojones de hierro, niveló importantes arterias e imprimió el plano de Rosario.
Lo verdaderamente utilitario fue el levantamiento de los rieles del Ferrocarril Oeste Santafesino, que corrían por la actual Av. Pellegrini, entonces Bulevar Argentino – no dejando tampoco de proyectar obras de embellecimiento como es la actual plaza Sarmiento, donde hizo emplazar la fuente central donada por los belgas.
Pero este hombre en la plenitud de su gestión, renunció, para volcar todo su entusiasmo en la necesidad de comunicarse con la población, volcando sus iniciativas en obras relacionadas con la ingeniería legal, de posible utilidad para los alcaldes de la ciudad que le sucederían: “Derecho municipal”, “Derecho administrativo” “Los altos alquileres y la política” entre otras.
En 1923 presidió una comisión para erigir un Monumento en el lugar donde fue izada por primera vez la Bandera Nacional, intentando materializar los proyectos de la escultora Lola Mora, contratada en 1900 por el Gobierno Nacional.
La realidad fue que las obras demoraron y se rescindió el contrato con la artista plástica.
Otras realizaciones altamente meritorias fueron la creación del Centro La Propiedad, con el objeto que el derecho de la propiedad establecido en la Constitución fuera realmente garantizado, de tanta importancia como el fundado Centro de Ingenieros Titulares de Rosario.
Falleció en nuestra ciudad el 15 de marzo de 1932, más su muerte no recibió los estruendos que hubo merecido.
El escritor Tiberio Gombos expresó: “Cuando un hombre lucha y sufre por la felicidad de otros, no es un hombre común, es un humanista. Eso fue Ramón Araya.”
Bibliografía:
Gombos, Tiberio: “Un ingeniero humanista.” Revista Historia de Rosario. N°20. Año 1970.
Valdés, Federico: “Reseña biográfica, juicios y homenajes póstumos.” Rosario, 1935.
Araya. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. en la manzana limitada por la cortada Ricardone y las calles Mitre, San Luis y Entre Ríos.
Por O. 3 del año 1905 se le impuso la designación de Solís y finalmente en 1943 la de Ingeniero Ramón Araya.
El primer nombre que tuvo el pasaje fue Colón.
Recuerda al notable ingeniero rosarino Ramón Araya (1864-1932) que luchó por la legislación reglamentaria de su profesión.
NOTICIA CURIOSA PARA NUESTRA CIUDAD:
Expresa el arquitecto José Mario Bonacci en el Diario La Capital del 10 de agosto de 2003, en el artículo “Testigo del encuentro”: En pleno centro histórico, el Teatro Municipal “La Comedia” es testigo del encuentro de las cortadas Ricardone e Ingeniero Araya, único caso en el núcleo de la ciudad.
Estos sitios urbanos quizás por pequeños o escondidos son ignorados por una gran mayoría de la población, pero en este campo de búsqueda intervienen el sentimiento y la actitud personal de cada uno con la intención de encontrarlos.