Entre los muchos extra provincianos que se establecieron en nuestra ciudad, brindando todas sus energías, capacidad creadora y fe en su brillante porvenir cultural, se destacó Nicolás Raúl Amuchástegui Peñaloza.
Nació en Córdoba, el 8 de noviembre de 1877.Fueron sus padres Nicolás Amuchástegui y Elina Peñaloza Machado.
Luego de graduarse en la Universidad cordobesa se trasladó a Rosario con una sólida preparación profesional que le permitió desplegar una intensa acción docente y judicial.
A su arribo, en la década de 1910, Rosario que carecía de huellas importantes del período colonial, se estaba formando como gran urbe, con la construcción del puerto y el establecimiento de ferrocarriles y grandes bancos, más la construcción del Hospital del Centenario, con una Escuela de Medicina anexa, como también la Biblioteca Argentina.
Se relacionó con una franja privilegiada de los habitantes, gente de alto nivel económico, preocupada por el arranque del campo artístico de la ciudad.
Fueron factores propicios para que Amuchástegui sembrara su talento, capacidad y cultura.
Prontamente presidiendo la Comisión Municipal de Bellas Artes, organizando el Primer Salón de Otoño.
Estimuló a los artistas organizando exposiciones colectivas y constituyendo el Museo de Bellas Artes.
Amuschástegui lo nominó “Juan B. Castagnino”, al recibir la Municipalidad la donación de una valiosa colección de obras de arte de Juan Bautista Castagnino, quien durante años se había ocupado de estimular entre las instituciones y los particulares la donación de obras para acrecentar el patrimonio del museo, encabezando él mismo la lista junto al Club Social y El Círculo, con la entrega en 1920 la obra Shanti el Atalatero, del pintor vasco, Ramón de Zuiarre.
Consideró que sería un honor que dicha institución creada en 1920, llevase el nombre de quien había sido un verdadero mecenas de esa primera conformación del ambiente cultural y artístico rosarino.
Amuchástegui también fue secretario de la Cámara de Apelaciones, fiscal, juez en primera instancia en lo Civil y Comercial. Fue docente en la Escuela Nacional Avellaneda, el Superior de Comercio y la Universidad Libre.
Tuvo realizaciones importantes al integrar instituciones patrióticas, culturales y filantrópicas de nuestra ciudad, a tal punto que el Club Español le otorgó la medalla de oro, distinción concedida por primera vez a un ciudadano argentino.
En Buenos Aires se desempeñó como Juez de paz letrado, integrando simultáneamente la Comisión designada por el Instituto Mitre para la formación del Diccionario Bibliográfico Nacional (1933).
Larga es la lista de su producción como abogado: “La pena de muerte” “La acción reivindicadora” (1910), “La prueba testimonial” (1913), “Ideas breves sobre temas amplios” (1927) y “Un caso constitucional. Defensa de la autonomía judicial de Santa Fe” (1930).