AMBROSSETTI JUAN BAUTISTA

Nos dice Guadalupe Palacio de Gómez:  “La arqueología es la ciencia que estudia, describe e interpreta las civilizaciones antiguas a través de los monumentos, las obras de arte, los utensilios y los documentos que de ellas se han conservado hasta la actualidad”.
“El siglo XVIII fue decisivo para la arqueología, al desarrollarse una gran pasión por las antigüedades”.


La vida de Juan Bautista Ambrssetti es la historia de un argentino que fue naturalista, explorador, escritor indigenista y sobre todo arqueólogo.


En heroicas investigaciones trazó el perfil de la oscuridad precolombina porque desde muy joven primó siempre su amor por lo desconocido.


Era hijo del comerciante y empresario italiano Tomás Ambrosetti y de Rosa Antola.


 Se formó primero en el English College y luego en el Colegio Nacional de Buenos Aires.


 Estudió en Buenos Aires  y trabó relaciones con Florentino Ameghino.


Con casi 20 años se sumó a las expediciones de naturalistas que realizaron investigaciones en diferentes regiones del país, como la selva misionera o el desierto de Catamarca, y también en los montes santiagueños y en el Chaco y, de regreso, publicó sus experiencias bajo el seudónimo de Tomás Bathata.
Poco después fue designado director de la sección Zoología del Museo Provincial de Paraná, donde trabajó con Pedro Scalabrini, profesor de la clase de geología. Su formación humanista se completó con Eduardo Ladislao Holmberg.


Los cargos que ocupó en estos años y las instituciones que publicaron sus trabajos confirman su calidad de naturalista.


Tuvo distintos puestos en el Instituto Geográfico Argentino, en la Sociedad Argentina de Enseñanza por medio de Proyecciones Luminosas, en la Sociedad Científica Argentina y en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, dirigido por Florentino Ameghino, aunque ya como encargado del área de arqueología.


Viajero e investigador incansable, realizó numerosas expediciones que enriquecieron los conocimientos de topografía, arqueología y etnografía del país.
Representó por primera vez a la Argentina en el Congreso Científico de Nueva York, celebrado en 1902. También, en 1908, participó del Congreso de Americanistas de Viena.3​ Intervino en la Junta de Historia y Numismática Americana entre 1901 y 1917 y en el Museo Arqueológico y Antropológico de Buenos Aires.


En 1904 gestionó la creación del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires,4​ del cual fue su primer director. Esta universidad lo nombró Doctor Honoris Causa en 1910. Ya tenía reconocido perfil en los ámbitos científicos de América y de Europa; representando al país en numerosos congresos científicos internacionales.


Realizó publicaciones para el Zoológico de Buenos Aires, el Instituto Geográfico Argentino, la Sociedad Científica Argentina, el Museo Nacional de Buenos Aires, el Museo de La Plata y la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, la Escuela Positivista de Corrientes y el Investigador, y el Boletín Nacional de Agricultura.


Ha dejado una bibliografía fundamental (más de 70 ensayos) para las distintas especialidades a las que se dedicó. Catalogó más de 20.000 piezas de flora y fauna. Entre sus muchas obras sobresalen Arqueología argentina, Supersticiones y leyendas, Los monumentos megalíticos de Tafí del Valle (1896), La civilización calchaquí, Los cementerios prehistóricos del Alto Paraná.


Además, se lo considera como el iniciador del estudio sobre bases científicas del folclore argentino. Su primer trabajo sobre folclore fue Materiales para el estudio del Folclore Misionero (1893). Su trabajo sentó bases para el estudio etnomusicológico.


En 1960 en el “Primer Congreso de Folklore”, en Buenos Aires, se le confirió el título de “Padre de la Ciencia Folclórica Argentina”.


En 1893 publicó sus impresiones de un viaje al Chaco, titulado “Viaje de un Maturrango” firmado con el seudónimo de Tomás Bathata.
Su hallazgo del Pucará de Tilcara


En ese largo itinerario puneño pudo después realizar investigaciones prolijas sobre medicina y arte precolombino, analizando pinturas y petroglifos.


De las investigaciones arqueológicas de Ambrosetti, en la zona del noroeste argentino, sobresale su descubrimiento en 1908 del Pucará de Tilcara en la Quebrada de Humahuaca, que proporcionó rico material arqueológico y antropológico.


En compañía de su discípulo, luego continuador de su obra Salvador Debenedetti, llegó en ese año a Tilcara en una de sus acostumbradas expediciones arqueológicas.


Durante los veranos de tres años consecutivos exploraron el Pucará y extrajeron unas tres mil piezas. Estos materiales y sus observaciones permitieron formarse una idea de cómo era la vida de sus habitantes antes de la llegada de los españoles.​


El museo que se encuentra junto a la perdida ciudad de los Quilmes en los Valles Calchaquíes, recibe actualmente su nombre.


En la región de la Puna exhumó fósiles, restos de armas, piedras que contenía raros minerales, pinturas... que lo llevaron a consagrarse por entero a la ciencia de las observaciones. y descubrimientos.


En 1896, en Anales de la Sociedad Científica Argentina publicó otros trabajos de la misma índole. Algunos de esos trabajos escritos que han llegado hasta nuestros días son: “Costumbres y supersticiones de los valles calchaquíes”, “Apuntes sobre los indios calchaquíes.”


Ambrosetti fue el primero en señalar la identidad de la cerámica del delta y del alto Paraná. Dividió su decoración en tres tipos.


Así estableció que los guaraníes tuvieron un radio de acción desde el Guayrá hasta el delta del Paraná.


Lo que más llamó su atención fue la “alfarería gruesa” en forma de campana, encontrada en una isla próxima a Rosario, atribuida a rituales funerarios.


También se desempeñó como profesor de Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A. Fundó el Museo Etnográfico de esa facultad y se dedicó a hacerlo progresar, contando con 20.000 piezas catalogadas a la fecha de su muerte.


Su nombre repercutió en los centros científicos de América y Europa y representaría a nuestro país en varios congresos de investigaciones arqueológicas, siendo su palabra escuchada y tomada de modelo, aunque nunca llegó a perder su profunda desconfianza hacia la frivolidad, y con un gran componente de timidez de niño huraño que conservó hasta su vejez, llegando de ese modo al final de sus días.

 

 

Bibliografía:
Sapiens Enciclopedia Ilustrada de la Lengua Castellana   Tomo I. Edit. Sopena 1969.

Ambrosetti. Pasaje. Topografía:
Corre de N a S desde el 100 bis a 200 bis y desde 100 a 400.
Paralela a González del Solar y Bulevar. Wilde; Eva Perón 8100. Barrio Fisherton.
Se le impuso  este nombre por D. 21924 del año 1958.
Recuerda a Juan Bautista Ambrosetti naturalista argentino (1865 – 1917) que realizó extensos viajes por nuestro territorio que le permitieron sacar la arqueología argentina de su penumbra inicial.