Nacido el 23 de febrero de 1886 creció en un humilde suburbio de Buenos Aires. Hijo de inmigrantes italianos marginales.
Más, pese al lóbrego ambiente que lo rodeaba, el niño soñaría con el mundo mágico de la pintura y en la que pudo exteriorizar después su rico interior.
En 1897 ayudaba a su padre en un salón de lustrar botines de la calle porteña Rivadavia, done el pequeño manifestaba su irresistible inclinación al dibujo.
Un año después muestra sus trabajos a un cliente don Cupertino del Campo, entonces estudiante de medicina, reconociendo la verdadera vocación del joven de 16 años , lo llevaría al taller del pintor Decoroso Bonifanti; donde estudió durante seis años, y en 1904 al presentarse en el Concurso Nacional y obtuvo el Premio Roma, que le permitió estudiar becado en Europa.
Ese mismo año partió con su maestro Bonifanti hacia Italia, ingresando en la Real Academia de Turín, donde estudió bajo la dirección de los maestros Grosso, Tavernier y Gilardi, obteniendo en 1905 la Medalla de Oro concedida por esa academia.
A su vez, recorrió múltiples museos italianos, deslumbrándose con las obras de los grandes maestros itálicos y españoles.
En 1908 ganó el certamen trienal y medalla de oro al finalizar el curso de perfeccionamiento en la Academia Alberina con su “Epílogo”, que hoy se conserva en la pinacoteca de esa institución.
En 1910 regresó a Buenos Aires y en una exposición de Arte del Centenario” con su obra “La muerte de Güemes” ganó otra medalla de oro.
Buscando demostrar su talento como intérprete de las glorias y bellezas de la patria, hizo presente en el Salón del Centenario, en el concurso de cuadros históricos, con la gran tela “La muerte de Güemes”, premiada con Medalla de Oro (1910).
En 1911 logró la máxima recompensa en el Primer Salón Nacional, con “Retrato de Señora”, y en 1915 se le otorgaría la Gran Medalla de Honor en la Exposición de San Francisco de California.
De esa forma vieron la luz con emoción creciente, “San Martín en Boulogne-sur-Mer”, “Argentina, Tierra de promisión”, “Los Constituyentes de 1853”. Grandes telas, cuidadosamente construidas, que llevan el ritmo de una exaltación patriótica, fecunda e integral.
Expuso en diversos salones argentinos y efectuó muestras individuales en Buenos Aires, Río de Janeiro, Madrid, Turín, Génova, Roma, Venecia, Múnich y París.
Sus obras figuran en museos de Buenos Aires, Rosario, Tucumán, Río de Janeiro y en colecciones europeas.
La pintura de arriba además de poseer grandes dimensiones, su valor se ajusta a su calidad artística y a lo anecdótico que la rodea.
Horacio Daniel Rosatti expone la historia del cuadro “Los constituyentes del 53” así: “En 1922 el artistita Antonio Alice comenzaba el trabajo de su gran obra. Doce años de la vida de este pintor estuvieron dedicados a reunir toda la información necesaria para la reconstrucción exacta de la época (1853) los personajes y el clima de esa memorable sesión nocturna que sentara las bases de nuestra organización.
El escenario: El artista debió colocar sus personajes en el escenario histórico en el que actuaron para poder llevarlo al lienzo.
Alice la pintó con destino para la provincia de Santa Fe donde fue depositada y más tarde, en 1942, trasladada a Buenos Aires, desde donde nunca volvió.
Actualmente se halla en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, pese a los requerimientos de distintos gobernadores santafesinos.
Pintó Alice también paisajes, costumbres campestres y tipos de La Rioja. Se destacó en su faceta de retratista ya que dejó estampadas las figuras de Joaquín V. González, el Gral. Roca, el Dr. Finochieto, Ricardo Levene y otros.
El maestro dejó de existir el 24 de agosto de 1943 a los 57 años.
Bibliografía:
Libro del mismo pintor Alice: “Los Constituyentes del 53.”
Rosatti Horacio Daniel: "Historia de un cuadro. Los Constituyentes del 53”. En revista Todo es Historia N°385. Agosto de 1999.
Alice. Cortada. Topografía:
Corre de N. a S. desde 4700 a 4899, entre las calles Isola y J. M. Gutiérrez 300 bis paralela a Abanderado Grandoli 4900.
Se le impuso el nombre por D. 4675 del año 1977.
Recuerda al pintor Antonio Alice (1886 – 1943) autor del famoso cuadro “Los Constituyentes del 53” de grandes dimensiones, realizado para la provincia de Santa Fe y actualmente se halla en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación.
De la redacción de El Litoral.Jueves,23 de abril de 2011
El cuadro “Los Constituyentes del 53” de Antonio Alice forma parte de la memoria visual de los santafesinos. Paradójicamente, es una obra ausente en la provincia porque se encuentra en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, pero de alguna manera una imagen presente y familiar para los santafesinos, ya que nos acostumbramos a verla como identificatoria de Canal 13, tal vez, sin saber nada de su autor.
El libro que cuenta la historia de ese cuadro, relatada por el propio artista, fue reeditado por la Cámara de Senadores de la provincia de Santa Fe en el marco del Bicentenario de la Nación, y presentado ayer en un acto que se realizó en el recinto del cuerpo con la participación de la vicegobernadora Griselda Tessio, el subsecretario de Gestión Cultural de la provincia, Carlos Bernatek y el periodista Jorge Reynoso Aldao.
Durante la presentación, el relato sobre la experiencia de la reedición del libro se construyó a partir de una charla distendida entre los disertantes. “Acá se ha dado un hecho muy simpático y lo tenemos que perdonar. Pensaron que yo podía darle datos de los constituyentes, pero yo no fui constituyente, soy viejo pero no tanto”, dijo ReynosoAldao a los presentes, sacándole solemnidad al recinto del Senado y agregando: “Tengo guardada la edición del libro de Alice del ‘35, de cuero de Rusia”.
Fue Reynoso Aldao quien le llevó el ejemplar del libro a Bernatek, quien luego elevó la propuesta de edición a la vicegobernadora Griselda Tessio.
“Este libro es una suerte de síntesis: porque intenta reinstalar la figura de Alice y el cuadro de los convencionales que no está, a pocos días de que la Cámara de Diputados inaugurara el mural de Roux en su recinto, que de alguna manera reemplazó al que ya no vamos a tener, que es el original de Alice”, dijo Tessio sobre la obra cuya segunda edición intenta respetar la estética del original de 1935, en una impresión hecha en Santa Fe.
“La síntesis entre los dos cuadros y el libro es el rescate de aquella Constitución que nos organiza como Nación”, indicó la vicegobernadora, recordando que en 1853 ni siquiera estábamos integrados y Buenos Aires era la gran ausente de la Confederación, no manda a sus convencionales y no jura esta Constitución, sino que lo hace después.
“Todavía no éramos Nación y ya teníamos la aspiración de darnos la carta fundamental, que toma elementos de 1810 y los proyecta para el futuro”, explicó Tessio y agregó: “Nosotros sabemos que la justicia, la dignidad, la libertad, la igualdad, los derechos humanos, el reconocimiento del otro como persona, el pensar la república como un juego de poderes equilibrados, equidistantes y controlándose unos a los otros ya estuvo pensada por el constituyente del ‘53. Tiene que ver con aquella invectiva que los constituyentes ponen con una fuerza enorme contra los traidores a la patria”.
Alice, un enamorado de Santa Fe
Con su memoria prodigiosa y llena de anécdotas, Reynoso Aldao pintó la atmósfera de la venida de Alice a Santa Fe. “Alice viene en el año 21 cuando comenzaba la Convención Reformadora de la Constitución Provincial. Estaba en Santa Fe una figura estrella del periodismo argentino como Juan José de Soiza Reilly”, y de acuerdo con lo relatado por el periodista, el pintor viene atraído por la bohemia que se vivía en aquella época en la ciudad.
El artista comienza a trabajar en el cuadro que representa la sesión nocturna del 20 de abril de 1853, en la que el diputado por Santa Fe, Francisco Seguí, aboga por la inmediata sanción de la primera Constitución Nacional. Y si bien Alice no hace el cuadro por encargo, Reynoso Aldao afirma que el pintor se va con la promesa de que cuando terminara el cuadro se lo iban a comprar. “Cuando termina el cuadro, el gobernador Manuel María de Iriondo le dice que la Legislatura no le aprueba las partidas para la compra. Sin embargo, le compra los bocetos que hoy están en el Rosa Galisteo”, indicó, agregando que luego el Congreso de la Nación adquiere el cuadro, que allí permanece desde aquella época.
“El libro de Alice es el libro de un enamorado de la Constitución, de un patriota. No es un jurista, no está escrito por un constitucionalista. Además, Alice está tan encantado con Santa Fe que lo entierran en el Museo del Convento de San Francisco”, rememoró Reynoso Aldao.
Al rescate de la figura.
“Quiero rescatar la oscura figura de Alice en Santa Fe, como esas figuras que han hecho un aporte significativo y uno no lo ve en las calles ni en las plazas, ni en los homenajes”, afirmó el subsecretario de Gestión Cultural.
“Lo curioso de este libro es que reinstala a este personaje que realizó un monumento a su propia obsesión: a los años que invirtió en este cuadro que está en el Congreso de la Nación y que por esos avatares del destino no llegó nunca a Santa Fe”, dijo Bernatek, aclarando además que Alice niega en el libro la creencia de que él pintó el cuadro por encargo. “Tal vez por eso se tomó los 12 años que demoró la pintura con una obsesión, con una tarea de miniaturista, construyendo el famoso diorama con los personajes y los bocetos que felizmente sí podemos ver en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez”.
“Encontrar un pintor epopéyico y patriótico como se lo puede tildar a Alice es una cosa ya rara por su época, con lo cual contraviene las leyes del vanguardismo y se mantiene fiel a sus conceptos”, finalizó Bernatek.