GALES PRINCIPE de (1894 -1972)


Corría el año 1925 y Argentina estaba orgullosa porque había recibido la visita de Albert Einstein y un inglés informal pero con una simpatía sin igual, Eduardo de Windsor, príncipe de Gales: guapo y famosamente distinguido, el soltero más codiciado del mundo, quien heredaría a la muerte de su padre, el trono de Inglaterra.


El príncipe de Gales es, desde 1301, el título del heredero de los monarcas británicos. La tradición la inició Eduardo I de Inglaterra en 1301 que dio este título a su hijo, el príncipe Eduardo (posteriormente Eduardo II de Inglaterra) después de la anexión del país de Gales por Inglaterra, a través del Estatuto de Rhuddlan.

Según una famosa leyenda, los galeses conquistados por la corona inglesa le piden a su nuevo rey "un príncipe de sangre real, que hubiese nacido en Gales y que no hablara una palabra de inglés ni francés" y después nombró a su hijo recién nacido como príncipe, para sorpresa de los galeses. La historia es falsa puesto que su origen solo se puede remontar hasta el siglo XVI.


Sin embargo, Eduardo VIII nació el 23 de junio de 1894 en White Lodge, en el distrito de Richmond en Surrey, Inglaterra.​ Fue el hijo mayor de los duques de York (más tarde los reyes Jorge V del Reino Unido y María). Su padre era el segundo hijo del príncipe de Gales (más tarde rey Eduardo VII) y de Alejandra, princesa de Gales.


Al contrario que los títulos de duque de Cornualles, duque de Rothesay, conde de Carrick y señor de las Islas que los adquiere al nacer el heredero de la Corona o por la ascensión de su progenitor a la Corona, la creación del título de príncipe de Gales depende de la voluntad del soberano. Por otra parte, al mismo tiempo recibe también el título de Conde de Chester.


Eduardo VIII nació el 23 de junio de 1894 en White Lodge, en el distrito de Richmond en Surrey, Inglaterra.​ Fue el hijo mayor de los duques de York (más tarde los reyes Jorge V del Reino Unido y María).


Su padre era el segundo hijo del príncipe de Gales (más tarde rey Eduardo VII) y de Alejandra, princesa de Gales. Su madre era la hija mayor del duque Francisco de Teck y su esposa, la duquesa de Teck (antes princesa María Adelaida de Cambridge). Como bisnieto de la reina Victoria, en la línea masculina, Eduardo recibió desde su nacimiento el tratamiento de Su Alteza y el título de príncipe Eduardo de York.


Fue bautizado en el Salón Verde de White Lodge el 16 de julio de 1894, por Edward White Benson, arzobispo de Canterbury.


​Los nombres fueron elegidos en honor a su difunto tío, que era conocido por su familia como Eddy o Eduardo, y su bisabuelo el rey Cristián IX de Dinamarca. El nombre de Alberto fue incluido a petición de la reina Victoria, y sus últimos cuatro nombres: Jorge, Andrés, Patricio y David, provinieron de los santos patronos de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales.


Su familia y amigos cercanos lo llamaron siempre por su último nombre, David.


Los padres de Eduardo, el duque y la duquesa de York, a menudo estuvieron apartados de la crianza de sus hijos, al igual que otros padres ingleses de clase alta de la época.


 Eduardo y sus hermanos menores fueron criados por niñeras. Una de sus primeras niñeras abusaba de Eduardo con pellizcos antes de que fuera presentado a sus padres. Su llanto y sus gemidos llevaban al duque y la duquesa a pedir a la nana que se lo llevara.​ Cuando los padres se enteraron despidieron a la niñera.


El padre de Eduardo, aunque ejercía una dura disciplina,​ acostumbraba demostrar su afecto, y su madre solía mostrar un lado divertido con sus hijos que contraponía a su imagen pública austera y les animaba a confiar en ella.


Quienes lo amaron entrañablemente fueron sus abuelos, el príncipe de Gales y la princesa Alejandra.


Su abuelo murió en 1910 y su padre se convirtió en el rey Jorge V y por carácter transitivo David se convertiría en el Príncipe de Gales. La ceremonia tuvo lugar en el Castillo de Carnavon.


Mucho le costó usar la investidura asignada pensando en sus compañeros de la Escuela Naval. Por lo que su madre le diría: ”Como príncipe estás obligado a hacer algunas cosas que pueden parecer un poco ridículas.”


Amigo de sus amigos íntimos, se vio imposibilitado de tratarlos, por el protocolo de la monarquía. Él mismo diría en una oportunidad: ”La presión que pone sobre un niño el hecho de crecer en esta pesada atmósfera de historia, sabiendo que un día será rey, es única y abrumadora”.


Para las adolescentes de la época simbolizaba “El príncipe azul de los cuentos”, más en la realidad envuelto en los misterios de una realeza conservadora, vivía en soledad aunque mostrase una vida de fiestas, saraos y viajes.


Pasó a la Universidad de Oxford sin dedicarle un tiempo suficiente al estudio, más haría golf, tiro al blanco, caza, polo, aprendiendo también a tocar música con la gaita y el bajo., convirtiéndose en el mejor bailarín de su grupo.


Durante la Primera Guerra Mundial, al entrar en el conflicto Inglaterra no le permitieron asistir, lo que le llevó decirle a su padre: “Me siento avergonzado de llevar medallas que sólo he ganado a causa de mi posición. No he participado en la acción y me han mantenido fuera de peligro.”


Durante seis años visitó 45 países y colonias británicas, convirtiéndose en una enciclopedia de redes ferroviarias, himnos nacionales, costumbres, platos típicos de lo más extraños y filiación política de los países recorridos.


Después de dos romances frustrados y sin afecto real, en 1934,el año que él cumplía 40, conoció a Wallis Simpson, una mujer divorciada primero y después casada con Ernest Simpson.


Después de compartir un interludio de verano David y Wallis solos porque el marido de ella- a pesar de haber sido invitado, debió partir por negocios a Nueva York - se enamoraron profundamente, ignorando que sería para siempre.

se convirtió en una leyenda porque los aristócratas de su tiempo no podían aceptarlo.


Al fallecimiento de su padre se convirtió en Eduardo VIII y los matutinos en sus titulares no se privaban de condenar por unanimidad esa relación. El rey era censurado y desacreditado.


Entonces Wallis, desorientada y vencida por no poder ingresar a la Casa real, por su condición de divorciada, decidió romper ese lazo afectivo con el monarca.


Fue entonces cuando Eduardo VIII, aceptando la imposición del Parlamento, optó por abdicar a favor de su hermano, duque de York.


Su Alteza Real renunciaba al trono de Inglaterra para sí mismo y sus sucesores. En el mensaje de despedida el día 10 de diciembre de 1936 expresó al pueblo: “ “Sean mis primeras palabras para declarar mi lealtad hacia él (el nuevo rey) lo que hago de todo corazón…” culminando así ¡Dios salve al Rey!


Al año siguiente el 3 de mayo de 1937, llegaba a la señora Simpson la sentencia de divorcio.


Un mes después, el 3 de junio todas las casas se solidarizaban con el amor de ellos, desplegando banderas inglesas y carteles que rezaban:”Felicidades para el duque de Windsor y la señora Warfield.”


Primero tuvo lugar la ceremonia civil y después la religiosa augurándoles el pueblo británico “paz y amor hasta que la muerte los separe”.


La familia real nunca aceptó a la duquesa. La reina María se negó a recibirla formalmente.


Sin embargo, el duque se reunió ocasionalmente con su madre y su hermano, el rey Jorge VI, y también asistió al funeral de Jorge. La reina María mantuvo su rabia contra Eduardo y su indignación por su matrimonio con Wallis; decía: “Renunciar a todo esto por qué”.


En 1965,los Windsor regresaron a Londres y fueron visitados por la reina, la princesa Marina, duquesa de Kent, y por María, princesa real y condesa de Harewood.


Una semana más tarde, la princesa real murió y la pareja asistió a su funeral. En 1967, se unieron a la familia real para el centenario del nacimiento de la reina María.


La última ceremonia real a la que el duque asistió fue el funeral de la princesa Marina en 1968.


Declinó una invitación de la reina para asistir a la investidura del príncipe de Gales en 1969, alegando que el príncipe Carlos no querría ver  allí a su “viejo tío abuelo”.​

A partir de la década de 1960, la salud del duque comenzó a deteriorarse. En diciembre de 1964, el doctor Michael DeBakey lo operó en la ciudad de Houston, Texas, de un aneurisma de la aorta abdominal, y en febrero de 1965, Sir Stewart Duke-Elder le trató un desprendimiento de retina en el ojo izquierdo.


El duque fumó desde una edad muy temprana y a finales de 1971 se le diagnosticó cáncer de garganta y fue sometido a una terapia de cobalto.


La reina Isabel II visitó a los Windsor en 1972, durante una visita de Estado a Francia; sin embargo, sólo la duquesa se unió a la comitiva real para una sesión fotográfica.


El duque murió en su casa de París el 28 de mayo de 1972, a la edad de 77 años. Su cuerpo fue enviado a Gran Bretaña, para ser velado en la capilla de St George, en el castillo de Windsor.


El servicio funeral se celebró en la capilla el 5 de junio en presencia de la reina, la familia real y la duquesa de Windsor.


Fue sepultado en el cementerio real en Frogmore, detrás del Mausoleo Real de la reina Victoria y el príncipe Alberto.


Durante la visita, la duquesa se quedó en el palacio de Buckingham. ​ Hasta que llegaron a un acuerdo con Isabel II en 1965, los duques tenían planeado que su entierro se realizara en una parcela del Green Mount Cemetery en Baltimore, lugar donde fue sepultado el padre de Wallis.


​Frágil y cada vez más afectada por la demencia senil, la duquesa murió 14 años más tarde y fue enterrada junto a su marido simplemente como “Wallis, duquesa de Windsor”.​

 

 

Bibliografía:
Archivo diario La Prensa. Ediciones 1972.

Gales Príncipe de. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. desde 2800 hasta 3299; ala altura de Amenábar 3100, paralela a Av. Francia 3000.
Se le impuso ese nombre por D. 24564 del año 1960.
Recuerda al Príncipe de Gales que abdicó el trono de Inglaterra por amor a Wallis Simpson.